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sábado, 27 de abril de 2024

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Bonachera - Roscos de Loja

El juez Emilio Calatayud reivindica un “pacto por el menor” en la conferencia ofrecida en Loja

El magistrado acaparó la atención de más de 600 personas en el Centro Cívico con su lenguaje directo y su “sentido común”

El aforo del Centro Cívico Adolfo Suárez resulto ayer totalmente insuficiente para albergar a todas las personas que quisieron asistir a la conferencia del juez de menores Emilio Calatayud. Unas 600 tuvieron la oportunidad de seguir su ánalisis de la problemática actual sobre el acoso infantil y la situación que sufren multitud de menores y familias en base a una sociedad que ha abandonado gran parte de valores éticos y sociales.

Las puertas del Centro Civico hubieron de cerrarse, quedando en el exterior varias decenas de hombres y mujeres que no pudieron acceder por cuestiones de seguridad, y quienes tuvieron la posibilidad de asistir a la conferencia testimoniaron con numerosos aplausos las intervenciones del magistrado titular de uno de los dos Juzgados de Menores existentes en Granada.

A lo largo de su larga carrera judicial, en la que hay que mencionar los meses que estuvo en Loja realizando una sustitución provisional, Emilio Calatayud ha dedicado gran parte de su vida a la atención de los casos protagonizados por menores, y tiene por tanto una grandísima experiencia tanto en las faltas y delitos que ha tenido que juzgar, como en las razones que pudieron contribuir a su comisión o las consecuencias del acto punible, pero sobre todo en las inusuales sentencias que dicta para tratar de  reconducir la vida de esos jóvenes delincuentes, como él mismo dice, tratando siempre de que el menor estudie, aprenda, amplie su cultura y los buenos habitos sociales.

Con un lenguaje directo, cercano, irónico y no exento de gracejo, Calatayud cautivó al auditorio durante las casi dos horas que duró su conferencia, pero al mismo tiempo no tuvo problema en criticar la actitud de muchos progenitores que justifican cualquier hecho reprobable que haya cometido su hijo, la dejación de obligaciones tanto de adultos como de niños y niñas, o la permisibilidad social con el alcohol y otras drogas, el juego y la ludopatía, al maltrato en ambos sentidos, desde los adultos hacia los más jóvenes, o desde los hijos a sus padres y familiares, o la adicción a los teléfonos móviles, con las graves consecuencias que eso está deparando, dijo el magistrado.

En todo momento habló como Emilio Calatayud, con su experiencia como juez y no como representante de ninguna institución, por lo que dijo sentirse libre para expresarse sobre algunos temás muy espinosos. Una claridad que pudo sorprender a algunos asistentes, pero que le permitía ser muy certero en sus apreciaciones y, como no, también en la rotundidad con que censuraba ciertas actuaciones políticas a nivel general o la idiocincracia de los españoles que hace pasar de la más absoluta severidad a la indolencia más atroz.

En todo caso, su intervención reivindicaba una y otra vez el sentido común como eje fundamental para organizar la vida familiar o comunitaria, para reclamar más respeto y autoridad, o ser conscientes de que los menores son niños y que corresponde a los padres y madres su educación, pero también su vigilancia y control para evitar que destinen sus pasos hacia caminos perjudiciales en su vida. Al mismo tiempo alabó el papel de los enseñantes o la responsabilidad que asumen los representantes públicos o los funcionarios y trabajadores que están al servicio de la población.

Durante toda su exposición, Emilio Calatayud se apoyó en textos legales, en anécdotas, en sentencias y casos juzgados o en las contribuciones que los profesionales hacen para tratar de reconducir una situación social irrespetuosa, intolerante o insensible.

Para terminar se abrió un turno de palabra de los asistentes, que fue aprovechado para compartir reflexiones o para preguntar sobre cómo guiarse en asuntos problemáticos.

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