El Martes Santo en Loja es sinónimo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto y Nuestra Señora de la Esperanza. A las puertas de la ermita de San Roque, situada en la falda de la sierra de Loja, se agolpaban cientos de lojeños para ver la salida del cortejo. Precisamente éste es uno de los momentos más llamativos de su Estación de Penitencia, debido a la estrechez de la puerta del templo.
Pasaban varios minutos de las siete de la tarde cuando, con el repicar de las campanas del pequeño templo, el Titular de la cofradía atravesaba la portada de cantería. Es el único trono de Loja que cuenta con dos imágenes, obra del artista local Pablo Morales Ortega y del ilurquense José Antonio Martín Fuentes.
Tras el trono de Jesús venían los apóstoles San Juan, San Pedro y Santiago que, como curiosidad en esta hermandad, no desfilan en el mismo trono de Jesús como sería lo normal sino en otro diferente. Las tres imágenes son obra del joven escultor sevillano Enrique Calero Rivera.
Más complicada fue la salida de Nuestra Señora de la Esperanza minutos después. Las escasas dimensiones de la puerta de la ermita obligaron a los horquilleros a redoblar sus esfuerzos al desmontar el palio del trono y luego volverlo a colocar, con destreza y sincronía, una vez que la Virgen de Maíz de Castro estaba en la calle.
A pocos metros de la salida, los tres tronos recibieron el primer ‘golpe’ de Incensarios. Sus originales movimientos y sátiras se vieron y escucharon por primera vez en la presente Semana Santa. Como singularidad, ésta es la única hermandad de Loja que cuenta con tres ‘corrías’, una para cada trono.
Este año, como acompañamiento musical, abrían el desfile los tambores propios de la cofradía, fundados en 1999. Nuestro Padre Jesús caminaba a los sones de la banda lojeña de tambores y cornetas ‘Flor entre Espinas’. Por último, la banda ‘Amigos de la Música’ de la localidad vecina de Huétor Tájar cerraba el cortejo tras el trono de la Virgen de la Esperanza.
La cofradía estuvo arropada por los lojeños durante todo su recorrido que transcurrió en gran parte por el popular barrio Alto de Loja. Una de las mejores estampas que cada año regala es la bajada por la empinada y estrecha calle Nueva de San Roque. Otros puntos de interés fueron su paso por el Túnel, la calle Tamayo y Tribuna, y ya en su encierro la subida por la empinada cuesta de San Roque, donde la ermita de nuevo fue testigo del fin de su Estación de Penitencia diez minutos antes de las dos de la madrugada.