Loja vibró ayer con uno de los días álgidos de la Semana Santa lojeña: el Jueves Santo. El barrio de San Francisco y el Alto se vistieron de gala para recibir a dos de las cofradías más señeras de la ciudad en un día intenso y espectacular y lleno de emoción y sentimiento, los que desprenden la Real Cofradía de la Santa Vera Cruz, Jesús Preso y Nuestra Señora de los Dolores, de un lado, y la Cofradía del Santísimo Cristo de Los Favores, de otro.
A las 18:30 horas, las puertas de la capilla de la Sangre se abrían para permitir la salida de la Real Cofradía más antigua de la localidad. Cientos de personas se concentraron en las inmediaciones de este pequeño templo para disfrutar de los primeros pasos del desfile procesional.
Portada a hombro por sus jóvenes horquilleros, la Santa Vera Cruz avanzó en su camino a los sones de la Concordia de Tambores Blancos de la cofradía. Jesús Preso lo hizo en esta ocasión acompañado por la Agrupación Musical Virgen del Buensuceso de Los Corrales (Sevilla). Por su parte, Nuestra Señora de los Dolores se meció espléndida en su palio negro con las melodías de la Agrupación Musical Felipe Moreno de Cúllar Vega
Como cada año, si vivieron momentos plenos de emoción al paso de las imágenes del Jueves Santo lojeño por la tarde. Especialmente intenso y destacado fue el paso por el puente Gran Capitán, por la plaza de Joaquín Costa y por Tribuna Oficial, antes de su encierro en la Capìlla de la Sangre del Barrio San Francisco, que también es uno de los momentos más intensos para sus hermanos.
Este año la cofradía no ha presentado ningún estreno, más allá de haber restaurado sus incensarios, que se encontraban bastante deteriorados. Uno de sus proyectos de futuro es ver concluida su Casa de Hermandad, que se alza tras la ermita de la Sangre.
Poco antes del encierro de la anterior y minutos antes de la media noche, el silencio y la oscuridad inundaron el barrio Alto de Loja. El Santísimo Cristo de los Favores salía de Santa Catalina para rencontrarse un año más con los lojeños. El imponente crucificado iba escoltado por el característico toque de los Tambores Negros, mientras la luz tenue de los faroles de los hermanos penitentes marcaba su camino, a oscuras, por su barrio y por el centro de la ciudad.
La procesión de la madrugada lojeña ha contado este año con un estreno más que destacado: la restauración de la talla de su Titular. Este trabajo corrió a cargo durante el año pasado de la empresa antequerana Chapitel, que eliminó grietas, desprendimientos de la policromía, repintes y barnices amarilleados.
Tras su salida, la bajada por la calle Tamayo fue uno de los momentos más espectaculares de su recorrido, pues puede contemplarse el cortejo en casi en toda su extensión. Otra de las escenas más llamativas en la noche del Jueves Santo lojeño se produce a su paso por la plaza de la Constitución, pues allí aguardaban de rodillas los Tambores Negros para tocar a su titular a su lento paso mientras atraviesa la céntrica plaza lojeña. Después, vendría otro de los momentos más destacados de su recorrido: el paso por Tribuna Oficial, a eso de las 2 de la madrugada, antes de su regreso a su sede canónica, una hora y media después y tras subir de nuevo al barrio Alto, esta vez por la Cuesta del Arca.
En el último año la cofradía de Santa Catalina ha mejorado la capilla del Cristo, con un resultado muy positivo. La corporación no descarta alguna mejora en la indumentaria de los hermanos para un futuro.