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martes, 17 de septiembre de 2024

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Bonachera - Roscos de Loja

Una lojeña y su familia en el corazón del terrible terremoto de Méjico

Paula Seglar trabaja en la ONG “Ambassadors Football” y durante estos días participa en las tareas de ayuda a los afectados por el seísmo

Eran, aproximadamente, las nueve de la noche en España del pasado 19 de septiembre cuando un terrible movimiento telúrico producía la alarma y la desgracia en Méjico. Un terremoto de 7.2 en la escala de Ritcher provocaba un sinfín de derrumbes de edificios y, lo más lamentable, la pérdida de numerosas vidas humanas. Era la réplica de uno anterior de mayor intensidad pero que, por la profundidad de su epicentro, había provocado menos daños materiales y humanos. 

Las ciudades de Méjico, Morelos y Puebla (donde se localizó precisamente el foco del movimiento sísmico) fueron las principales damnificadas por la catástrofe, y precisamente en Puebla una joven lojeña, Paula Seglar Cordero, no se lo pensaba dos veces y llena de amor fraternal se lanzaba a la calle, junto a su esposo Phil Cabildo y otros miembros de la ONG  cristiana evangélica a la que pertenece, “Ambassadors Football”, para contribuir en la atención y socorro de las personas afectadas por el seísmo.

Mientras tanto, en su pueblo natal, en Loja, sus padres seguían con honda preocupación lo sucedido y, claro está, por la situación en la que estaban su hija y su familia en Méjico.

Paula, en conversación telefónica con sus progenitores trato de tranquilizarles, pero también fue firme en su decisión de ponerse a trabajar por las personas que perdieron su hogar o miembros de su familia.

Cuenta su padre, aún con la voz emocionada, que recogieron y repartieron enseres de primera necesidad, prepararon y distribuyeron bocadillos y bebidas, y contribuyeron en todas las tareas a su alcance.

Paula Seglar estudió en el colegio Caminillo y en el instituto Alfaguara, hija de un matrimonio que se asentó en Loja hace 25 años y muy conocidos por formar parte de una empresa muy arraigada en la ciudad.

Realizó estudios de laboratorio y analítica, y hace unos seis años contrajo matrimonio con Phil Cabildo, trasladando su residencia a Puebla, tras un periplo formativo realizado en Estados Unidos.

Allí, desde un trasfondo cristiano evangélico, trabajan con niños especialmente desfavorecidos, recuperando en lo posible vidas a través del deporte.

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