Sin saberlo habitaba en ella, como un relámpago, como un torbellino, como una fiera, como un vendaval… cálida y apasionada llama que no calcina sino prende corazones bulliciosos y en desvelo.
En ella: laberinto de caminos viajeros, fragantes e inéditos.
En ella: furia y belleza y emoción y deseo y vértigo.
En ella: catarata.
Y las manos, y la mirada, y el latido, y el rubor, y la sonrisa, y la respiración, y el movimiento, y el volumen…
Y las manos: derritiendo la luz entre los dedos y llenándolo todo de su esencia.
Y no lo sabía.
Hasta que un día, acuciada por la monotonía, el suceso de las horas venció a la rutina y surgió irrefrenable, espléndida, incansable hasta ahora su capacidad artística y creadora.
Pepi Campaña desvelaba entonces el derroche de energía, de motivación que atesoraba y les otorgó la bendición de la libertad.
Y fue primero un dibujo sencillo que dio paso a otro más complejo y otro y otro y comenzó a robar los segundos a la noche, al mínimo descanso de una familia amada y un trabajo absorbente. Bocetos que iban ocupando cuadernos de una travesía que, por entonces ni imaginaba, iba a ser cada vez más determinante en su vida.
Y los rasgos de su vitalidad fantaseaban, más adelante, el color sobre el lienzo mientras pespunteaba con primor los delicados trazos de sus hijos al óleo.
Del autodidactismo de sus inicios pasaba posteriormente por las enseñanzas de la Universidad Popular de Loja y de la pintora María Paz Rey, recogiendo en ambos casos las habilidades que, unidas a su tesón, entusiasmo y sensibilidad, les ha permitido plasmar con mayor soltura y fidelidad las ideas que siempre rondan por su cabeza.
De ahí que la motivación y la energía que antes referíamos se canalicen hacia un océano interior lleno de sugerencias, que le llevan a experimentar con todo tipo de elementos capaces de expresar y hacer sentir el mensaje de sus pinturas: cartón, tierras, arena, metal, plásticos, lacas… van ocupando el lugar preciso que ella determina, adquiriendo una textura, un volumen, un juego de materias que se confabulan con el óleo hasta culminar la huella del tiempo sobre los seres y las cosas.
Y esa erupción que emerge de Pepi-Volcán-Campaña se convierte en seña de identidad de la artista y el mundo que recrea:
HUELLAS
De la vida a través de sus seres queridos, con profusión de retratos que nos muestran la candidez de sus semblantes, la delicadeza de sus pocos años, la sedosidad de su piel, la ternura de sus miradas y la dulzura de sus besos.
De la vida, también, por la naturaleza que nos rodea, explosiva, contundente en sus formas y en las sensaciones que provocan; o reivindicativa de una realidad que el hombre le niega, la del poder y riqueza que por justicia le corresponde.
HUELLAS
Sobre las puertas que se abren a la curiosidad del espectador o se cierran para crear un espacio de implicación y complicidad. Que clausuran bajo llaves infranqueables los secretos de la existencia que bulle en sus adentros. Que laten y respiran por la llagas de su propia supervivencia.
HUELLAS
Que te atraen, que te atrapan y con las que, a partir de ahora, habrás de ser y sentir en plena armonía.
