Loja es todo un oasis gastronómico. El municipio cuenta con numerosas posibilidades en el mundo de la restauración. Una cultura gastronómica que se vio alterada con la llegada del Estado de Alarma y que ahora busca volver a florecer. La posibilidad de poder abrir el 50% del espacio de los locales ha sido un punto de inflexión en el sector.
Si en la fase 1 fueron menos del 15% los establecimientos de restauración que recuperaron su actividad dentro del uso de las terrazas, en la fase 2 prácticamente la totalidad ha vuelto a funcionar. A la ampliación de las terrazas se suma ahora el uso de la mitad del aforo del interior del establecimiento, lo que posibilita un mayor margen para cubrir costes.
En estos días son muchos establecimientos clásicos los que vuelven a mostrar su oferta. Es el caso de Flati, Llano Piña, Manzanil, Alacena, etc. Desde este medio de comunicación salimos a la calle para comprobar cómo se vivía esa vuelta a la nueva normalidad. Nervios, ilusión y mucha precaución era el patrón seguido en el primer día en la nueva fase.
Emilio Quintana volvía a funcionar en el centro de la ciudad con el doble de terraza y numerosos indicativos para mantener la distancia en su local. El ya veterano restaurador reconocía su ilusión por la vuelta al trabajo tras más de dos meses de parón y deseaba que el público recobrara la apuesta por disfrutar de su establecimiento. En cuanto a este primer día, reconoció que no contó con los clientes que esperaba y entiende que aún quedan administraciones que no han recuperado su vida habitual, y eso les perjudica.
También en el centro histórico se encuentra Kastizo, con su propietario Alfonso García a la cabeza. Veterano en estas lides, Alfonso ha aprovechado para mejorar su establecimiento dotándolo de otros servicios, tales como helados, panadería y pastelería. García entiende que es momento de no asustarse y apostar por dar unos productos de calidad. En ese sentido pidió unidad entre los comercios, la restauración y el Ayuntamiento para posibilitar el mantenimiento de estos establecimientos.
En otro punto de la ciudad, pero también un clásico de la restauración local, se encuentra Restaurante Las Terrazas. Allí, su propietario, Emilio Díaz, vive esta primera jornada con ilusión y nervios. Ansioso por ver de nuevos a sus clientes, Díaz enumera la gran cantidad de medidas preventivas que ha tomado: geles, desinfección de zonas, carta digital, desinfección de servicios, indicaciones de distancia, etc. El hostelero se muestra contento de volver a poner en marcha su menú y de contar con huéspedes en sus habitaciones.
Estos tres ejemplos son tan solo una muestra de la vuelta de un sector vital en la vida del municipio. Aún es pronto para comprobar si el lojeño recupera la rutina de disfrutar de su gastronomía, algo que probablemente se verá más en este próximo fin de semana. Sea como fuere, las calles recuperan parte de su color con la vuelta de nuestros bares y restaurantes.