Cada año por estas fechas, un halo de ilusión y optimismo cubre, como una niebla luminosa y dulce, la llegada de un nuevo ejercicio. Se prodigan los deseos de bondad para familiares y conocidos, se multiplican los abrazos y sonrisas, brota una ilusión que renueva el palpitar de los corazones, algunos ya cansados y descreídos de tanto tiempo pasado.
Sin embargo, se cumplan o no tantos y tantos deseos, se materialicen o no los sueños más anhelados, algo queda entre nosotros, y es la carga de vida que nos aporta tanta esperanza. No la desaprovechemos y que nos sirva de empujón para encarar los buenos y los no tan buenos días que nos esperan.