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martes, 14 de enero de 2025

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Bonachera - Roscos de Loja

El año en el que el virus nos cambió la vida

Hace justo un año que se confirmó el primer caso de covid-19 en Loja, justo cuando se decretaba el primer estado de alarma. Desde entonces, 1.893 lojeños se han contagiado y 49 han fallecido

Hace un año que la pandemia nos cambió la vida. En Loja el primer caso de coronavirus se detectó el 14 de marzo, justo cuando entraba en vigor el primer estado de alarma. Poco a poco se iban sumando positivos en Loja, los fallecidos se empezaron a contar –al menos, a los que se les había hecho la prueba-, y decenas de personas hacían cuarentena en casa. Desde entonces, nos hemos acostumbrado a un gran volumen de datos y cifras detrás de los que hay cientos de lojeños a los que el virus les ha golpeado de una manera u otra. Casi 1.900 vecinos -1.893 para ser exactos- se han contagiado de la covid-19 en todo este año. Y casi 50 -49 exactamente- han fallecido. 

El coronavirus nos ha traído un cambio en nuestra forma de vida, y de ser. El cese total de la actividad, una crisis económica, la vida parada por completo y, sobre todo, decir adiós a una normalidad que, todavía doce meses después, ni se sabe cuándo volverá.

Desde aquel día ya nada ha vuelto a ser igual. En la vida de los lojeños y de los ciudadanos en general se ha impuesto el uso de la mascarilla como un atuendo más, hay más higiene personal, los geles hidroalcohólicos están por todas partes y han desaparecido, en la mayoría de casos, los abrazos y los besos como forma de afecto hacia la familia o amigos.

Días previos a que todo estallara, en Loja ya se mantenían reuniones entre el Ayuntamiento y los sanitarios lojeños, y lo que iban trasladando no era nada bueno. El Consistorio tomó las primeras medidas para evitar contagios, como suspender todas las actividades culturales, sociales y deportivas en el municipio, o cortar las fuentes públicas. También pedía a los vecinos que se quedaran en casa y que salieran para lo estrictamente necesario. Además, algunos negocios decidieron cerrar preventivamente. Después llegó el primer estado de alarma, el confinamiento, las calles vacías, los aplausos a las 8 de la tarde, un verano con el virus atenuado pero que nos mantenía en alerta y, ahora… tres olas después, seguimos resistiendo… aunque el cansancio hace mucha mella.

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