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sábado, 27 de julio de 2024

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Bonachera - Roscos de Loja

“Vinicius vive”, un intenso viaje por la poesía y la música del gran Moraes gracias al sortilegio de “los Méndez”

Un entusiasta público disfruta de una apasionada noche de samba bajo las estrella de El Frontil

Propietarios Y Empleados De La Administración De Loterías Número 1 De Loja

Llego antes de la hora, tranquilo de poder ocupar sin problemas mi asiento junto al escenario. Pido una cerveza helada y el vaso se empaña inmediatamente al contacto con la brisa que mece las ramas de los árboles. Definitivamente, la noche presagia una velada fresca y aromática. Observo. A mí alrededor se agrupan amigos y colegas de los músicos. Ellos lucen camisas floreadas de todos los trópicos posibles. Ellas dibujan sus talles con vestidos ligeros y sensuales. Abrazos, comentarios, recuerdos… Más abajo, la terraza de Venta El Frontil no permite ya ni un alfiler.

Una lámpara de mesa por toda iluminación, bajo un firmamento que promete decenas de Perseidas cargadas de deseos. Y en mitad de la escena, rotundo, patriarca, Paco Méndez-Vinicius-Coronel (voz). Sentado junto a una mesa en la que descansan partituras, versos, una botella de güiski, un vaso repleto de hielo y un corazón palpitante.

A su derecha Silvinha Rollán (voz), dentro de un vestido negro entallado que realza aún más sus profundos ojos; más al lado, semioculto tras la barba cerrada, Checopolaco (bajo); y de blanco, como un contrapunto del teclado, Lucía Carioca (sintetizador); detrás, con sus largos cabellos recogidos en un moño, Mafinho (batería); y Paxarinho (percusión) parapetado tras sus lentes decimonónicos; a la izquierda del padre, Alejandro (guitarra), sonriente y deseando comenzar el conjuro de las notas. Bajo un moral de hojas inmensas, Elena (sonido) jugueteando con los potenciómetros. 

Todo está listo. Un acorde, la voz grave abriéndose paso entre el rumor de los espectadores, y el silencio. La noche se desnuda y se ofrece como una amante ansiosa, el resto es una apasionada historia de amor, en la que todos y todas consuman sus deseos.

Vinicius de Moraes vive. Vinicius renace en Loja desde el Mar del Plata que le acogiera o el Río de Janeiro de nacimiento y de su sueño definitivo. Junto a él emerge la esencia de María Bethania, Toquinho, Jobim…  

La poesía, la música se desborda ya sin ánimo de detenerse desde los primeros acordes de “A tonga da mironga do kabuletê”, pasando por su universal “Garota de Ipanema” y un repertorio que recoge los mejores temas del gran poeta. ¡Sarava! Temas trufados por los comentarios de Paco-Vinicius que nos hablan de historias de amor y desamor, de belleza, de entusiasmo, de alegría, del mar, de la tierra que pisan y de sus moradores.

A la cadencia de las canciones se suman ahora las voces de Natalia Muñoz y Natalia Martín en los coros, y una vez y otra y otra más se repite ese saludo afrobrasileño, ¡Sarava!, que hace suyo un público cada vez más entregado.

Conforme avanza la velada, Silvinha se eleva con su voz sobre el asombro del auditorio y crea bellísimas imágenes en el aire, endulzando los sentidos como una virgen carnal que nos enamora. Su mirada, su sonrisa, sus gestos, sus guiños representan a la perfección los poemas hechos balada por Vinicius. Y la respuesta de Alejandro, unas veces, de Paco, otras, que la retan, que la persiguen con la armonía de una confabulación de sirenas y navegantes.

Y los hombres y mujeres que les respiran no paran de mover sus pies, sus torsos, sus brazos, sus almas. Se alarga la emoción por más de dos horas, el coqueteo de artistas y público se conjuga en todos los tiempos.

Una catarsis para los sentimientos, para los sentidos, hecha realidad en una mágica noche de samba bajo las estrellas de El Frontil.

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