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domingo, 1 de diciembre de 2024

“Vinicius vive”, el sortilegio de una noche de verano

Miembros de Lory Meyers, Checopolaco y otras bandas, junto al “Coronel” reviven el espíritu del gran Vinicius de Moraes

Como si de un sortilegio se tratara, el acogedor espacio de Venta El Frontil fue el escenario sobre el que se hizo realidad la magia de la música. La conjunción de dos tiempos, de dos lugares a cada lado del mundo, de dos formas de vivir la música fraguaron la propuesta “Vinícius vive” y un privilegiado grupo personas disfrutaron de una de las experiencias más interesantes que se han producido en los últimos tiempos por estos lares.

Los hermanos Alejandro (Lory Meyers) y Julián (Checopolaco), y el progenitor de ambos, Paco Méndez (El Coronel), formularon el conjuro, oficiando junto a ellos en tan maravilloso aquelarre Silvia Rollán, Mafo y Titín con el auxilio coral de las dos Natalias, Martín y Muñoz, y Mati. 

La noche como aliada y el espíritu de Marcus Vinícius da Cruz de Melo Morais creciendo como un caudaloso y embriagador río entre las ramas mecidas de los árboles y la seducción de los asistentes.

El 30 de enero de 1969 los Beatles ofrecían su último concierto. Fue en Londres, en la azotea del edificio donde Apple tenía sus oficinas. En los cuarenta minutos de actuación, al cuarteto le acompaña Billy Preston. La policía intentó parar el inesperado show, ante la avalancha de curiosos que circundaba el edificio y que interrumpía el tráfico en el barrio…

Durante el mes de junio de 2015 se prepara en el más absoluto de los silencios la que será una actuación inédita, inesperada y sorpresiva. Ni un cartel, ni una cuña… pero, como en el caso del grupo británico, en la terraza de Venta El Frontil no cabía ni un alfiler y lejos de ser un concierto de despedida, es un concierto de comienzo.

En ese lugar espléndido, que fue alquería en la edad de mayor esplendor lojeño, en pleno Al Andalus, ya se había producido desde tiempo atrás la confabulación de los ritmos brasileños con el sentimiento de esta tierra. Antonio Morales deleita con su inspiradora elección musical la cena de sus comensales. Almuerzos o cenas que la familia Mendez-Podadera atesora con la bossa-nova compitiendo con el rumor del agua o de los pájaros.

Se ve que aquellas incursiones por Río de Janeiro de la mano del gran Vinicius de Moraes dieron su fruto en el arsenal armónico de Alejandro y Julián, y nada tiene que, como una catarsis de compases, decidieran con un Coronel que recuerda a los de García Marquez o Vargas Llosa, cantar y contar en presente las genialidades del compositor de la famosa canción de bossanova Garota de Ipanema (en español, “La Chica de Ipanema”).

Jueves 23 de julio, nada se ha dicho, silencio cómplice de Onda Loja Radio y El Corto de Loja, pero las terrazas donde se disponen músicos y corazones están a punto de estallar.  Arrancan los acordes y la voz de Paco-Vinicius se abre paso por entre percusiones, copas y estrellas. Van desgajándose de tamaño tronco melódico los versos del gran bohemio brasileño, con la garra y el candor suficiente, en su justa medida, del “contante” lojeño. Y la música de desparrama entre los pies de la gente, que no paran.

Prometen los brujos de ese encuentro que habrán de repetirlo. Justifican que muchos se lo han pedido, pero yo me temo que es por ellos, sobre todo, por quienes regresan. Es lo que tienen la magia y los astros.

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