“Dios salvea a la Reina”, cantaba el grupo Sex Pistols en 1977, y más de tres décadas después, y sin los matices demoledores de aquellas estrofas, sino como un grito de renacer, parecen haber entonado al unísono “Dios salve al Carnaval” los protagonistas y seguidores de tan popular fiesta lojeña en este año.
Porque, tras un periodo de estancamiento y paréntesis, y más de un desencuentro entre las propias agrupaciones, todos los agentes involucrados en organizar, promocionar y llevar a buen puerto el Carnaval parecen haberse puesto de acuerdo y han conseguido que la edición de este 2013 haya sido un regreso al empuje y fuerza de hace unos años.
Y ello se ha materializado en los tres fines de semana con que se han nutrido estas fiestas de Don Carnal, recuperándose el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas “Ciudad de Loja” en el nuevo espacio escénico del Centro Cívico, con importantes premios para unas comparsas, murgas y chirigotas que han dejado bien alto el listón de su calidad creativa e interpretativa. Pisando firme el asfalto con el pasacalles que reencontraba a máscaras y disfraces sobre un escenario improvisado en el que todo cabe: la crítica, la sátira, el buen humor, el transformismo, la duda…
Y concluyendo con un fin de semana en el que las calles del barrio Alto se inundaban de la marea festiva para dar paso, en la anochecida del domingo 17 de febrero, a la quema de la Trucha carnavalesca, icono de estos festejos en Loja.
Mientras tanto, sobre los escenarios o a pie de calle, ha quedado patente la ilusión de todo un año traducida en letras, músicas, ropas y demás elementos que conforman la razón de ser de las agrupaciones, el espíritu juguetón y caprichoso de los amantes de la máscara y el disfraz, el saber compaginar todo ese derroche de vitalidad con las, en muchas ocasiones, dificilísimas situaciones en que viven muchas familias.
