Los organizadores del II Rosco Festival de Loja, el primero con proyección nacional, analizarán detenidamente cuáles han podido ser las causas, y tratarán de superarlas en posteriores ediciones, pero lo cierto es que, a bote pronto, nadie se explica la baja asistencia de público.
Según estimaciones de algunos asistentes, no más de 700 personas pudieron acudir al estadio Medina Lauxa, donde se había previsto una adecuada infraestructura para acoger a un número, al menos, del doble de personas, tanto por el cartel diseñado para la ocasión, como por las condiciones objetivas del fin de semana o la proximidad de Loja a buena parte de la geografía andaluza. Posteriormente, Glam Eventos, empresa encargada de la organización del concierto, precisó que se vendieron mil entradas en total, si bien es cierto que en este tipo de festivales el público entra y sale del recinto continuamente y en función de que en cada momento actúe algún grupo de su preferencia, lo que pudo producir alguna falta de precisión en la estimación realizada a pie de escenario.
Y fue precisamente la presencia de jóvenes procedentes de Málaga, Granada e incluso otras provincias cercanas, la que salvó de ser un absoluto descalabro esta cita con la música más actual, porque si hubiese de atenerse a los lojeños que ocuparon el césped del Medina Lauxa, el panorama hubiese sido desalentador. En poco más de un centenar de vecinos de Loja podía cuantificarse el aporte local de público, una cantidad insignificante para una propuesta de doce horas ininterrumpidas de música con 11 Djs en el escenario techno y 8 grupos en el indie, a un precio muy ajustado y la comodidad de un recinto con todo tipo de instalaciones.
Que si hubiera sido mejor contar con menos artistas y asegurarse una mayor llegada de amantes de la música con un cabeza de cartel más conocido y popular, que si los dos escenarios podían dividir la cuota de entusiastas bajo cada epígrafe… Todo son conjeturas, pero lo cierto es que quienes sí acudieron a la cita disfrutaron y pasaron una noche muy especial que no se había producido en Loja desde hace muchos años con unas características parecidas.
En los dos extremos del terreno de juego se colocaron sendas estructuras para albergar a los músicos, ambas orientadas hacia el Sur y no concurrentes en cuanto a proyección sonora, aunque es cierto que la batalla del apartado techno lanzaba más vatios de sonido hacia el horizonte que la indie, lo que en algunos momentos pudo perjudicar a ésta.
Buena calidad y cantidad del sonido y del aspecto lumínico, si bien fue más efectista y llamativa la iluminación del escenario principal, con juegos de laser que creaban una atmósfera idónea para vibrar con los ritmos de los disc jockey. Como elementos auxiliares una amplia barra central, puestos de comida y de recuerdos completaban las instalaciones. Además en plan restringido se había habilitado un espacio bajo las gradas del estadio para la zona Vip, en la que se habían convocado a ocho Dj´s más para disfrute de quienes quisieron pagar un plus de exclusividad.
BAILANDO JUNTO A LOS ESCENARIOS
Media hora después del horario previsto comenzó la fiesta con un público que a esas horas era casi inexistente, así que los primeros actuantes en sendos escenarios estuvieron poco más que en familia. Alrededor de las doce de la noche ya fue advirtiéndose un incremento de la participación aunque, como se comentaba anteriormente en esta crónica, en ningún momento se vislumbró ni de lejos el cartel de completo.
Tras Madame Popova y Red Passanger, estos últimos con buena ejecución de música instrumental, llegó hasta el recinto indie el grupo estrella de la noche “Novedades Carminha”. Los gallegos nacieron musicalmente hablando en Madrid allá por 2007. En su música se encuentran claras influencias de los grupos punk y garage rock surgidos en el Reino Unido y Estados Unidos a finales de los setenta así como de ciertas bandas españolas de los años ochenta (Siniestro Total o Pegamoides). Su estilo contiene desde melodías atractivas con sentido del humor, hasta la simpleza de cuatro riffs de guitarra y estribillos mordaces. Sus potentes directos son buena prueba de que el grupo consigue crear una atmósfera propicia para que el público participe y se sienta parte activa del espectáculo.
A continuación y avalado por la reciente celebración del mítico Omega grabado por Lagartija Nic y Enrique Morente en 1996, sonaron las epopéyicas y siderales letras de Antonio Arias, líder y alma mater de la banda granadina que, para este Rosco Festival, vino acompañado por su colega Juan Codorniú, también de los Lagartija, o el teclista de Lori Meyers J.J. Machuca.
Arias presentó algunos temas de su último disco, Multiverso, dejando para el final de su actuación algún tema de trabajos anteriores que permitieron a sus seguidores disfrutar de una parte con más brío e intensidad y tensión musical.
La gran sorpresa de la noche sobre el escenario indie fue la banda granadina Trepát que dejó patente su personal estilo, sobre todo en la versatil voz de su cantante. Una formación que viene pegando fuerte y lo hace, como se indica por algunos críticos musicales “creciendo rápido, evolucionando y tomando las riendas de su carrera con firmeza”. Durante 2015 comienza la gestación de “El amor está en la Tierra” que finalmente sale publicado en diciembre de ese año. Lo que surgió como un trío en torno a José Luis, guitarra y voz, Rocío, guitarra y Patricia, conforma ahora una banda que puede presumir de una aportación fresca, diferente y muy original al universo musical español.
La aportación local al Rosco Festival correspondió al grupo Casterly, fieles a su estilo y muy bien valorados por sus seguidores. Antonio Mateos, Angel Molina, Rafael Rey y Jesus Curiel tuvieron la difícil papeleta de remontar, bien entrada la madrugada ya, la aparición de las primeras luces matutinas inyectando energía a su directo y convenciendo al público que permanecía en el Medina Lauxa como guerreros del pentagrama.
El escenario principal, configurado por la organización en torno a la música tecno contó, según los seguidores de este estilo con algunos buenos representantes del panorama español, entre los que destacaba el catalán Marc Marzenit y la gallega Cora Novoa, como cabezas de cartel.
El barcelonés se interesa por la música desde que tenía nueve años y de entonces para acá no ha parado de ir subiendo en el escalafón musical patrio, cada vez con mayor repercusión. De él dicen las críticas que “lo que lo diferencia del resto de talentos techno es definición de un estilo personal único e inédito. En sus producciones y actuaciones en vivo encontramos un techno anabólico, explosivo en progresión y épico pero a la vez íntimo, fascinador y presto a la melodía planeadora. Su mayor mérito es haber sabido dotar a ese musculoso techno de un sentido y sensibilidad poco habitual y hasta incluso paradójico. Tras más de diez años en los escenarios, Marc ha podido actuar prácticamente en todo el mundo; Australia, Reino Unido, Argentina, Francia, México, Canada, Holanda, Costa Rica, Korea del Sur o Brasil son algunos de los testigos recientes de sus Live acts y Dj Sets.
Por su parte, la orensana Cora Novoa es DJ, compositora de música electrónica y fundadora del sello discográfico Seeking the Velvet). También es Ableton Official Trainer curadora musical, speaker y colaboradora en el programa radiofónico El Laberinto de Radio 3. Actualmente reside en Barcelona. Está vinculada a la industria de la música electrónica desde hace más de 10 años, compaginando su trabajo en el área creativa con la técnica y la comercial. Es docente oficial del software de generación de música Ableton y fundó su propio sello discográfico en agosto de 2014, bajo cuyo nombre también distribuye su propia línea de ropa. Su debut fue en Berlín en 2008 aunque ha participado en múltiples ediciones del Sónar, festival de música electrónica en Barcelona. Su música está categorizada como techno melódico. Aparte, ha compuesto piezas para mappings, destacando la realizada en la Exposición Internacional de Milán.
Definitivamente, en todo momento el grupo de personas más entusiasta estuvo bajo el escenario techno, bailando continuamente mientras en dos grandes pantallas se iban proyectando imágenes, el humo y los efectos de iluminación, sobre todo por los laser que generaban espacios irreales y una atmósfera que también se conseguía con el lanzamiento de cintas de colores y otros artilugios festivos.
Los más aguerridos alcanzaron la mañana con las pilas puestas aunque un poco más agotadas que al principio, pero fueron testigo inequívocos de una noche que, ojalá, sea la primera de otras muchas en torno a la música de ahora.