Los vinos de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles sellaron la noche del sábado para siempre el vínculo que Montilla y Loja mantienen desde hace cinco siglos, gracias a la figura de Gonzalo Fernández de Córdoba, ha informado el periódico Montilla Digital de esa ciudad cordobesa.
El municipio más occidental de la provincia de Granada, en el que residió hasta sus últimos días El Gran Capitán, se convirtió esa noche en capataz de honor de la Fiesta de la Vendimia, coincidiendo con la conmemoración del quinto centenario del fallecimiento del militar montillano.
La leve lluvia que cayó durante toda la jornada en la localidad de la Campiña Sur obligó finalmente a los organizadores de la fiesta –el Ayuntamiento de Montilla, el Consejo Regulador y la Hermandad del Señor en la Santa Cena y Nuestra Señora de las Viñas– a trasladar el acto desde el castillo –donde El Gran Capitán nació en septiembre de 1453– hasta el Teatro Garnelo.
Y fue en ese escenario donde el alcalde de Loja, Joaquín Camacho, recibió de manos del presidente de la Asociación de la Prensa de Córdoba, Manuel Fernández, las llaves de la bodega de la Casa del Inca, que simbolizan la custodia de los vinos de la comarca.
Durante el protocolario acto, que contó con la presencia de la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, así como de representantes políticos y sociales de toda la provincia, Francisco Gómez Jurado, que durante décadas ha estado al frente de la bodega de Cooperativa La Aurora, recibió el título de Capataz de Bodega, mientras que el diploma acreditativo como Capataz de Campo fue para Santiago Jiménez Panadero, alma mater del Lagar Los Raigones.
El alcalde de Montilla, Rafael Llamas, explicó que la designación del pueblo de Loja como capataz de honor de la Fiesta de la Vendimia pretende “acrecentar los lazos de unión y de hermandad entre dos de las ciudades más importantes en la vida de El Gran Capitán”.
