La fachada principal de la Cooperativa Agrícola San Isidro de Loja alberga varias placas de reconocimiento institucional por su labor agroalimentaria y la constante actualización y mejora de sus procesos productivos e infraestructuras. Además, han sido varios los premios cosechados por este centro cooperativo tanto por la calidad de sus aceites, como por otros valores socio-laborales en el ámbito de su actividad.
Y ahora, un premio a nivel europeo viene a reconocer también su capacidad investigadora, sus innovadores avances y el desarrollo que genera. San Isidro de Loja ha recibido en Bruselas el premio “Agriforvalor” al mejor modelo de negocio en Andalucía por el uso de residuos de biomasa agrícola y búsqueda de nuevos mercados de negocio en esta materia.
El proyecto Agriforvalor, en el que participa la cooperativa lojeña, tiene como objetivo acercar a los profesionales del sector agrícola y forestal con investigadores, asociaciones, clusters, bio-industrias a través de redes de colaboración para la innovación centradas en la valorización y explotación de residuos de biomasa agrícola y forestal. Agriforvalor está financiado por el programa H2020 y tiene una duración de dos años y medio.
El consorcio en el que participa la cooperativa San Isidro está formado por 16 socios de Alemania –coordinadores del proyecto- Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Hungría y Andalucía con la Agencia Andaluza del Conocimiento, Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía, Asociación de Empresas Forestales y Paisajísticas de Andalucía (AAEF) y el Gabinete de Iniciativas Europeas.
La entrega de premios ha tenido lugar en el transcurso de la conferencia “Productos secundarios potenciales para una Bioeconomía Sostenible” celebrado en Bruselas en la que se han presentado los logros y éxitos más significativos del proyecto y una herramienta interactiva en línea para la biomasa secundaria, galardonada como la “Mejor Herramienta de Innovación” en el CommBeBiz Innovation Award 2017.
Además del grupo representado por la cooperativa agraria San Isidro de Loja, han sido galardonados la Universidad de Sopron y el Instituto de Investigación forestal NARIC, en el nodo de Hungría, el grupo representado por la cooperativa Carbery Food Ingredients (Farming Co-op), en el nodo de Irlanda.
A la vuelta de Bruselas, el ingeniero técnico agrícola Antonio Rodríguez, que fue el encargado de recoger el galardón, junto al presidente de la cooperativa, José Velasco, el recién elegido vicepresidente, Indalecio Cáceres, de una parte, y el alcalde de Loja Joaquín Camacho, y el edil de Juventud y Fiestas, José Manuel Sánchez, de otra, ha ofrecido una amplia información sobre la iniciativa que ha resultado galardonada y constituir un punto de inflexión en la industria agroalimentaria para aprovechar los subproductos que quedan de los procesos manufacturadores, máxime en el olivar.
Hasta ahora, el alpechín resultante de la extracción del aceite de oliva virgen extra generaba una gran dificultad para su eliminación, puesto que los procesos de aireación permitían su disminución, pero campaña tras campaña iba sedimentando en las balsas unos residuos sólidos para los que había que buscar solución sin poner en peligro el medio ambiente.
Todo el mundo que habita en las cercanías de una almazara recordará los persistentes olores del alpechín, sobre todo en verano, pues bien, ahora ese subproducto, junto con los restos de la hoja del olivo y otras materiales de su poda va a ser reutilizado como fertilizante, en forma de compost totalmente natural y más barato que los abonos químicos del mercado.
Tal como indicaban tanto el presidente del centro cooperativo lojeño, como su responsable técnico, este trabajo está suponiendo un auténtico revulsivo para el sector y tal es su grado de satisfacción y recomendación que ha obtenido incluso el impulso de la Junta de Andalucía, que ha dedicado casi 200.000 euros para desarrollar la planta que albergará el proceso mecánico de esta innovadora respuesta. Y todo ello de una manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
EXPERIMENTACIÓN
En una visita por las instalaciones de la planta, Antonio Rodríguez ponía de relieve la importancia y necesidad de “dar respuesta a uno de los grandes problemas que hay en una industria como está, y a raíz de una pequeña experimentación piloto que realizamos nosotros mismos, nos dimos cuenta que podíamos hacer un compost que resultó excepcional en sus cualidades para los cultivos”.
A partir de ahí, continuaba con su relato el ingeniero técnico agrícola director del proyecto, “decidimos explorar la posibilidad de ayudas para la fase industrial”, fue así como se conformó, de acuerdo a las perspectivas y normativa de la Consejería de Agricultura de la Junta, un grupo en el que participan la Universidad de Granada, el Centro Superior de Investigaciones Científicas, concretamente la Estación Experimental del Zaidín, el Consejo Andaluz de Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas y el organismo que antes se conocía como Faeca, o unión de cooperativas agrícolas andaluzas.
Según Antonio Rodríguez, “este grupo nace para investigar sobre la mejor forma de producir a escala industrial el compost que nosotros vimos que podíamos hacer” con una detallada observación de la respuesta de esa amalgama de subproductos a estímulos físicos externos como la humedad, la temperatura de las fermentaciones o si se podía emplear agua potable o los propios líquidos del alpechín y la pasta residual que existía en las balsas de almacenaje. Y la respuesta no ha podido ser mejor ni se ha hecho esperar, coincidiendo con la Estrategia Andaluza de la Economía estructurada para dar respuesta a problemas con soluciones que, no solo haga emerger iniciativas sostenibles, sino que además produzcan riqueza y trabajo en la zona donde se desarrollan, se habla de bioeconomía, a decir del experto.
“Yo creo –añade Rodríguez- que el premio también viene dado porque nosotros cerrábamos el círculo, es decir el ciclo se cerraba por cuanto que el propio agricultor que iniciaba el proceso con la producción y recolección de la aceituna es, al final, el que se beneficia de esta nuevo coproducto, dándole nueva vida a sus suelos”.
Hasta tal punto es idóneo este fertilizante ingeniado en Loja que en el test de germinación, en una escala del 0 al 5 estaba en 5. Algo que ha llenado de alegría a la directiva y el equipo técnico de la Cooperativa San Isidro, tal como expresaba el presidente José Velasco, recordando cómo han cambiado los tiempos desde que se fundara San Isidro hasta ahora y viendo con ilusión un muy cercano futuro en el que el propio calor que se produzca en esa transformación del alpechín pueda aprovecharse para dotar de energía a la propia planta fabril de la cooperativa
La planta cuya edificación ya está concluida y tan sólo a falta de la maquinaria diseñada expresamente por Antonio Rodríguez para esta innovación (fabricada además en la empresa lojeña Agroloja) consiste básicamente en una especie de rotabator que va trasladando y exponiendo la materia orgánica con una sofisticada red de automatismos y sensores para establecer las condiciones óptimas de transformación del subproducto en el nuevo fertilizante.
José Velasco mira para atrás y ve un camino difícil y lleno de complejidades, pero también muy satisfactorio por los resultados obtenidos y los retos alcanzados, de tal forma que en estos momentos es una de las más importantes cooperativas olivareras del mundo, con un crecimiento exponencial en su composición societaria y la ampliación de líneas de producto elaborado y manufacturado, sobre todo el espárrago verde. Así mismo su cuerpo profesional está dotado en estos momentos por una plantilla fija que se aproxima a la veintena y centenares de operarios y operarias en las campañas de aceituna y del espárrago, fundamentalmente.
Por su parte, el alcalde Joaquín Camacho expresaba su admiración por este proyecto y por el trabajo que desempeña la cooperativa lojeña, asegurando que se siente muy orgulloso de esta realidad empresarial que lleva sello de Loja. Alabó sus productos y el desarrollo económico que genera a lo largo de todo el año, por lo que dijo primordial que la institución local les apoye, tal como ha hecho el consistorio con la subvención del impuesto de construcciones en un 95% de su importe para facilitar sus inversiones y generación de puestos de trabajo. Personalmente felicitó “a José Velasco y el trabajo que viene realizando desde hace 42 años al frente de la cooperativa, asegurando además el futuro del centro con la inclusión en la junta directiva de nuevas personas con capacidad y entrega para continuar la senda que él empezó”.
Y precisamente una de esas personas, el nuevo vicepresidente, y llamado a ser en un futuro a medio plazo presidente, Indalecio Cáceres, agradeció la confianza depositada en él y recordó que lleva ya 10 años en la cooperativa y aseguró que luchará sin descanso “para poder aportar humildemente lo que se pueda” a este fin común de todos los socios “y la dificultad de superar algo tan grande y tan bonito como lo que tú has conseguido”, en referencia a José Velasco.