Jesús Nazareno ya era perpetuo y regia el futuro de su tierra para numerosos devotos y feligreses, pero fue este sábado cuando de forma oficial la ciudad lo reconoció y lo hizo visible en un multitudinario e histórico acto. El mejor de los nacidos, el de la túnica morada, el Dios de mirada buena… Él… Jesús. Un símbolo de raíces en esta tierra que va más allá de la fe y cuyo sentimiento pasa de generación en generación. El Nazareno es un consenso de unidad local, de sentimiento patrio, de orgullo general.

Esa devoción, mundana y divina, se ha observado este sábado en el acto que focalizaba su nombramiento como ‘alcalde perpetuo de la ciudad’. El título era lo de menos, se ha debatido mucho sobre la petición de ser patrón, se trataba de buscar la fórmula que reconociera su clara impronta en el llamado acervo popular. Una aprobación unánime del pleno municipal que enfatiza la figura del que mora en el Mesón de Arroyo y es esperado cada Viernes Santo.
Tras un traslado multitudinario la semana anterior, el Nazareno ha recibido culto en la Iglesia de la Encarnación. Rodeado de los arbotantes dorados de su impresionante trono, Jesús ha sido protagonista de Eucaristías en honor a diferentes colectivos. Peticiones y reverencias cerradas con la Santa Misa de las 18 horas de este sábado. Caía la tarde en la ciudad con revolotear de palomas y pájaros que no se querían perder tan emocionante momento.
Largo cortejo el que se formaba en la reconocida fachada de la antigua colegiata. Comandó la Banda de Tambores y Cornetas ‘Flor Entre Espinas’, tras la que se situaban los guiones y estandartes de las representaciones de las diferentes Hermandades y Cofradías de la ciudad y algunas invitadas de fuera de ella. Feligreses y hermano en general se sucedían tras los emblemas de la Hermandad con trajes oscuros y mantillas.

Monaguillos y el cuerpo de ciriales anticipaban la salida del Nazareno. Lo sones característicos de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús del Rescate comenzaron a acompañaran el trabajo de los horquilleros. Una vez que Jesús apareció bajo la representación de la encarnación de la Virgen, no había mirada que no se dirigiera a Él. Emoción y orgullo a partes iguales en unas calles que se llenaban para ver su paso.
No faltaron representaciones de la sociedad lojeño. La mayoría de los concejales de la corporación municipal estaban presentes, con todos los tres grupos con corporativos. También estuvo en el cortejo el consiliario, Enrique Ferrer, acompañado del diácono. Reseñable el reconocimiento a los anteriores Hermanos Mayores de la Hermandad que tuvieron una posición predominante.
El momento más esperado se vivió en la fachada del Palacio de Narváez, sede del Ayuntamiento de Loja. Mirando a su pueblo, y con el fondo del palacete, el Nazareno se mostraba impotente. Juan Miguel González, Hermano Mayor actual, agradeció muy emocionado el apoyo del pueblo de Loja con este nombramiento. “Gracias a toda la corporación municipal y al alcalde”, reconoció el Hermano Mayor que hizo entrega de la medalla de honor de la Hermandad al primer edil en señal de unión del Nazareno con la ciudad de Loja.
El alcalde, Joaquín Camacho, también tomó la palabra para reconocer la grandeza del Nazareno y mostrar la satisfacción de que el municipio se sienta unido en su figura. “Es el reconocimiento de la devoción y tradición de todo un pueblo”, ha admitido el regidor que entiende que se hace justicia. Camacho agradece el apoyo de todos y sobre todo el esfuerzo de la Hermandad.

Llegaba el momento más esperado con la entrega del ‘bastón de piedad’. Un niño pasionista en el frontal del trono portará este símbolo. El alcalde lo colocó bajó los sones del Miserere interpretado por la Banda de Música de Loja. Una imagen de respeto y devoción de toda una ciudad para con Jesús Nazareno.

Aunque ese instante fue el más esperado, el Nazareno no quedó cin compañía en todo su recorrido. Imagen preciosa del paso por la Carrera de San Agustín. Reconocer el trabajo de los horquilleros, adaptado a la agrupación musical. El cortejo se lució y disfrutó en cada caminar de vuelta al Mesón de Arroyo. Allí retornó como regidor y con la esperanza de todo un pueblo. En su relicario lo esperaba Santa Marcela, San Juan y una Virgen de las Angustias que comandaba el Altar. Fue el reencuentro de despedida de un día que forma ya parte de la historia devocional y tradicional de la ciudad.









