Hemos vivido un año lleno de retos, pérdidas, dolor y esperanza. He vivido esta pandemia tan intensamente que no me parece que haya pasado un año sino que llevamos mucho más. En la farmacia la primera ola fue la más difícil de afrontar. Todo estaba lleno de incertidumbre, estrés y falta de información. Tuvimos que poner en marcha nuestro propio protocolo para protegernos a nosotros y a los clientes que eran los que nos importaban. El farmacéutico siempre es cercanía y cualquier bulo que aparecía teníamos que estar preparados para resolverlo.
En esos días teníamos temor de que se cortara el suministro de medicamentos, algo que por suerte no pasó. Conseguir las ansiadas mascarillas también fue problemático en un mercado roto y lleno de pirateo. También nos dimos cuenta de que la sanidad había colapsado y unidos los farmacéuticos conseguimos que ayudar a que las recetas se cargaran directamente en las tarjetas para suministrar los medicamentos. Esto hay que ponerlo en valor por el esfuerzo de todos. Estoy muy orgullosa de esta medida que ayudó a muchas personas. Se llevaron a cabo otros servicios como atención de dudas por teléfono o llevar medicamentos a las casas.
Ahora hay esperanza y una labor de concienciación para que la población se ponga la vacuna. También me preocupa la situación económica que sufren nuestras familias. Quiero agradecer a todos mis compañeros su esfuerzo.








