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16/03/2022| ALBERTO A. MATAS
Grupo de refugiados ucranianos que viajan de regreso a Loja. FOTO: EL CORTO
El autobús solidario lojeño ya está de vuelta con 51 refugiados ucranianos a bordo. Los ocho lojeños que han viajado al campo de refugiados de Varsovia (Polonia) han descargado la ayuda humanitaria que iba a bordo del bus y han recogido a este grupo de personas que han dejado su país escapando de la guerra.
Viajan en su mayoría mujeres con sus hijos –hay unos diez menores-, además de mujeres mayores y dos varones. Está previsto que lleguen a Loja el jueves. Los primeros días los pasarán en el Hotel Abades Manzanil. Después, podrán coger un tren a cualquier destino que deseen. También tienen a su disposición los hogares de 28 familias lojeñas si lo necesitan.
La delegación lojeña, que ha tenido la ayuda y asesoramiento del cónsul de España en Varsovia, se muestran cansados por el largo viaje emprendido pero a la vez muy emocionados por poder ayudar a estas personas. Dicen, además, que la situación en el campo de refugiados es “caótica”, y que está siendo “difícil” porque muchas más personas querían montarse en el autobús pero no había plaza para ellas.
Antes de venir de vuelta con los refugiados, la expedición lojeña se encargó de descargar la ayuda humanitaria, alimentos y medicamentos en su mayoría. Lo dejaron en un almacén, desde el cual se hace el reparto a los campamentos de refugiados. Se han mostrado “muy orgullosos” por la solidaridad del pueblo de Loja y han afirmado que las personas que les han ayudado, militares en su mayoría, se han sorprendido por todo lo que lojeños han podido aportar.
Se puede seguir ayudando al pueblo ucraniano. Ya no hace faltan aportaciones en forma de medicamentos o alimentos. En el bus no iba ni una cuarta parte de lo recaudado. El resto será enviado en un camión, por lo que se piden aportaciones económicas para sufragarlo. Se puede ayudar enviando un Bizum al número 4975, del Arzobispado de Granada, en cuentas bancarias habilitadas para tal fin o en la propia parroquia de Santa Catalina, como explica su párroco, Juan Carlos Burgueño.