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jueves, 25 de abril de 2024

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Nuestro compañero Juan María Jiménez y su familia, se refugian en un cajero automático tras el atentado de Munich

Se encontraban a escasamente cinco kilómetros del lugar de los hechos, cuando fueron alertados de un supuesto segundo atentando en la zona en la que estaban

Ordoñez, Camacho Y Bravo, En El Camino De Los Gallombares. Foto: Pp

Nuestro compañero Juan María Jiménez y su familia se encontraban ayer apenas a cinco kilómetros de la plaza Karisplatz de Munich, en la que se produjo el atentado que costó la vida a diez personas -entre ellas el propio autor del mismo-. En el lugar en que se encontraban se vivieron momentos de auténtico pánico ante la alerta de un posible segundo atentado que, afortunadamante, no se produjo. La circunstancia les obligó a tener que refugiarse en el interior de un cajero automático y, posteriormente, en un hotel, hasta que, ya de madrugada, consiguieron regresar al lugar en el que se encuentran hospedados, la localidad de Grunwald, a 12 kilómetros de Múnich, donde están viviendo sus vacaciones estos días.

Según nos cuenta Juan María Jiménez, “cuando se produjo el atentado nosotros estábamos en la plaza de la Ópera, a unos cinco kilómetros de Karistplaz. En ese momento llegó un coche camuflado de la policía con una sirena, lo que nos llamó la atención, porque entonces no se tenía todavía conocimiento del atentado que acababa de ocurrir. En ese momento había miles de personas, porque había una función de ópera y la gente estaba llegando y, además, se estaba celebrando una fiesta de la cerveza”.

Juan María continúa relatando: “Nosotros íbamos buscando la catedral, pero paramos para hacer unas compras. Estando en la caja para pagar, la cajera empezó a gritar y pidieron desalojar el centro y ya todo el mundo empezó a correr. En ese momento cortaron tanto las escaleras automáticas como el ascensor. Llegamos abajo y cuando estábamos en la calle vimos que la gente corría para todas partes, incluso vimos un carrito de bebé abandonado. Entonces, un matrimonio español nos contó que había habido un atentado, la gente corría pavorizada. Nosotros bajamos un poco más hacia la plaza Promenade y allí nos refugiamos mi familia y yo en el interior de un cajero electrónico, estuvimos los diez durante una hora aproximadamente”.

Desde allí pudieron comprobar cómo las calles se quedaban vacías de viandantes y se llenaban de agentes con metralletas, coches policiales y el sonido de sirenas. “Pensábamos que era un nuevo atentado. Los momentos que se vivieron fueron realmente de pánico y confusión”, relata nuestro compañero. “Estando en el cajero empezó a decirse que a unos 500 metros había habido otro tiroteo y en ese momento había coches y furgonetas de policía, todos con metralletas y chalecos antibalas, helicópteros sobrevolando. Primero iban para Marientzplatz, pero luego iban para todos lados. No sabíamos qué hacer. Incluso cuando nos acercamos a hablar con un policía, este de pronto salió a correr en dirección contraria, a unos 200 metros con la metralleta en mano, así que corrimos a refugiarnos de nuevo. Nuestra preocupación era que no sabíamos como salir de allí ni por donde, los taxis se habían retirado de la zona y para ir a nuestra casa teníamos que pasar por la zona caliente, que estaba llena de policías y vehículos”.

Al fin consiguieron contactar con el consulado de España en Munich, donde les aconsejaron que saliesen del lugar en el que estaban refugiados y buscaran un hotel. “Cruzamos la calle y nos metimos en un hotel de lujo y allí, tras revisarnos los bolsos y todo lo que llevábamos, nos acogieron sin problemas y nos dijeron que podíamos estar todo lo que hiciera falta”. Allí compartieron la tensa espera con otros cinco españoles de Valencia y Murcia. Así hasta que les consiguieron unos taxis sobre las 2 de la madrugada y pudieron salir y regresar a su residencia en Grunwald, desde donde alertaron a sus familiares y amigos que estaban bien.

Ninguno de los integrantes habla alemán, lo que generó más incertidumbre y miedo, aunque se mantuvieron informados por los medios de comunicación españoles. “En ese momento sólo piensas en correr y refugiarte, el miedo te para la cabeza, pero cuando pasan las horas contemplas las calles vacías, desiertas”. Hoy, según confiesa Juan María, están más tranquilos, aunque no han salido de la casa en todo el día. “Estamos aquí hasta el jueves y esperamos que a partir de mañana retomemos nuestra actividad para seguir disfrutando de las vacaciones, aunque está claro que algo así es difícil de olvidar y te deja marcado. Realmente hemos pasado mucho miedo”, reconoce nuestro compañero.

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