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jueves, 18 de abril de 2024

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Bonachera - Roscos de Loja

La velada más esplendorosa se ofrece a los participantes en la VII Noche Celeste vivida en la Sierra de Loja

Unas 200 personas se dejaron llevar por los conocimientos de los expertos y la precisión de los telescopios empleados

No sólo de cometas
vive la imaginación, los sueños y las vivencias del hombre, sino
también de astros remotos, de más allá de los confines de la Vía
Láctea, adentrándose en la galaxia Andromeda. Las cerca de 200
personas participantes en la VII Noche Celeste organizada en la
Sierra de Loja por el Área de Turismo del Ayuntamiento, disfrutaron
de la que es, hasta el momento, la velada de observación espacial
más interesante de cuantas se han vivido bajo el paraguas de esta
convocatoria.

La ausencia de la Luna
y por tanto la oscuridad más precisa, la claridad y limpieza de la
atmósfera, los conocimientos de los astrónomos y la calidad de los
telescopios empleados hicieron que el tránsito del sábado 11 al
domingo 12 de agosto, fuese un auténtico espectáculo de observación
de nuestro firmamento.

El técnico de Turismo
Ramón Pérez no cabía de gozo ante la experiencia, resumiéndola
como la convocatoria en la que más personas han participado y que
mayores cotas de precisión ha deparado la visión de Las Perseidas.
Según este veterano participante, tanto en su calidad de miembro del
equipo organizador, como a título personal, el fin de semana pasado
permitió que el ojo humano, auxiliado de potentes telescopios,
llegará hasta rincones del universo situados a muchos millones de
años luz de nuestra querida y pequeñita Tierra.

A los cerca de 150
inscritos, fundamentalmente de la provincia de Málaga y de buena
parte del Poniente Granadino, se sumaron los miembros de Protección
Civil, Cruz Roja, Turismo y del indispensable Grupo Sirio de
observación astronómica. Precisamente de este colectivo al que
pertenece el lojeño y hasta hace poco director del Centro Principia
de la Universidad de Málaga, Sebastián Cardenete, se desplazaron
hasta el macizo lojeño siete integrantes con sus correspondientes
equipos ópticos.

Tanto Cardenete como su
compañera María Ruz, vicepresidenta de Sirio, fueron los encargados
de poner sobre antecedentes a los participantes, acerca de la
inmensidad del Universo, de la parte de él visible ante nuestros
ojos e incluso de nuestro sistema planetario.

Con estas ideas
fundamentales compartidas, los expertos cicerones auxiliados con
punteros laser fueron plasmando en el espacio una carta planetaria de
las constelaciones visibles esa noche, todo ello con un lenguaje
inteligible y ameno, para después invitar a los asistentes a
observar a través de las lentes la danza de las estrellas fugaces.

Se formaron grupos de
personas que se iban repartiendo por los telescopios para que todas
ellas tuvieran ocasión de extasiarse ante tan magnífico
espectáculo, asesorados en todo momento por alguno de los astronomos
allí presentes.

Entre las diez de la
noche y las tres de la madrugada se vivió tan intesa experiencia
dejando las retinas inflamadas de existencia, de interrogantes, de
luz, de belleza celeste y el magnífico sabor de boca de haber sido
testigos de tal alumbramiento cósmico.

La velada estuvo además
bendecida por una buena climatología y la mejor de las disposiciones
por parte de las personas integrantes del grupo. Todo ello a cerca de
1.600 metros de altitud, en el paraje serrano conocido como Llano del
Tejadillo, donde se improvisó un campamento base en el que muchos de
los concurrentes montaron sus tiendas de campaña o sus sacos de
dormir, organizándose también espontáneos corrillos para comentar
las incidencias de las Lágrimas de San Lorenzo vistas en condiciones
tan óptimas.

Una vez instalado el
campamento, no más llegar a esa zona próxima al Charco del Negro y
Cueva Horadada, se repartió la cena pic-nic y por la mañana se hizo
lo propio con el desayuno, en los que no faltaron apetitiosos
bocadillos, refrescos e incluso roscos de Loja. A las diez de la
mañana del domingo, cargadas las mentes y los corazones de tanta
vida acumulada en la bóveda que nos rodea, los noctámbulos
aventureros del espacio regresaron a Loja.

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