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jueves, 25 de abril de 2024

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La Fábrica, una “península” lojeña en tierra adentro con mucha influencia hueteña

Esta localidad, de la que también forman parte La Realenga, Arroyo Milanos y Torreagicampe, ha vivido su época de crecimiento en las últimas dos décadas y hoy día se mantiene. El cultivo del olivo y el espárrago, su principal actividad económica

Aguilera, Camacho Y Ordoñez, En Una De Las Vías En Las Que Se Actuará. Foto: C. M.

Hay casos en los que se producen sobre los mapas y sobre el terreno ciertas situaciones administrativas que determinan lo que podríamos denominar como “penínsulas de tierra adentro”. Es lo que ocurre sin ir más lejos en el oriente del término municipal de Loja, donde se encuentra la pedanía de La Fábrica. Su territorio conforma una “península” lojeña entre los campos de la localidad vecina de Huétor Tájar y la frondosa cornisa de Montefrío. Llegar a ella significa, en más de una ocasión, cruzar la hipotética frontera lojeña-hueteña. 

La Fábrica es la pedanía más oriental de Loja. Aparte del núcleo rural principal, también forman parte de ella la barriada de La Realenga, con una veintena de viviendas dispuestas casi en línea recta, y las cortijadas de Arroyo Milanos y Torreagicampe. 

El acceso a La Fábrica desde Loja se ha hace, principalmente, por la carretera GR-4407 -que transcurre entre el barrio lojeño de La Esperanza y la localidad de Huétor Tájar-, tomando posteriormente un desvío que nos llevará al núcleo principal de la pedanía por entre campos de cultivo. 

El origen de este anejo se encuentra, según comentan los mayores, en una antigua fábrica conocida como ‘Molino El Pozo’. Se trataba de un cortijo muy importante para la vida de los vecinos de la época a partir del cual se empezaron a construir las primeras viviendas. Es lo que antiguamente se conocía como ‘Barriada de La Fábrica’, donde las casas se disponían a ambos márgenes de la carretera que va hacia Montefrío. 

Las líneas rectas de la traza urbana de La Fábrica delatan que la mayor parte de la superficie del pueblo se ha construido relativamente hace poco tiempo. En las últimas dos décadas ha vivido una época dorada de crecimiento, no sólo de su superficie construida, sino también –y va relacionado- de población. Y en esto, afortunadamente, esta pedanía va con el paso cambiado con respecto al resto de poblaciones lojeñas, cuyo censo se va viendo mermado con el paso de los años. “La Fábrica es una pedanía muy tranquila, donde se vive muy bien. En los últimos años se ha venido a vivir cada vez más gente, sobre todo matrimonios jóvenes con niños”, relata Mª Luz Aguilera, la alcaldesa pedánea. 

Actualmente conviven en territorio fabriqueño alrededor de 400 personas. Muchos de estos vecinos, según señala la pedánea, son habitantes de Huétor Tájar que deciden crear su hogar aquí por su tranquilidad y sus buenas comunicaciones. Precisamente la influencia del municipio hueteño en la pedanía es muy grande. Y la razón, es lógica: los 12 kilómetros que separan a La Fábrica de Loja y la proximidad de 3 con Huétor influyen sobremanera en el calor de las relaciones.

Muchos fabriqueños acuden a la localidad vecina casi diariamente a realizar sus compras, trabajar, o a invertir sus horas de ocio. “Para cualquier cosa acudimos a Huétor Tájar, simplemente por comodidad, porque está a un paso”, explica Mª Luz Aguilera. Las visitas a Loja, pues, son casi esporádicas y vienen determinadas por cuestiones administrativas o sanitarias, a pesar de que en este último aspecto reciban dos veces por semana la atención de un sanitario en el consultorio. 

Por el contrario, en Huétor Tájar tienen las farmacias más próximas, también la iglesia y el servicio de urgencias más cercano. La mayoría de los fabriqueños que fallecen son enterrados en el cementerio de la localidad vecina. Además, el colegio de la pedanía tiene nombre hueteño, ‘Taxara’. Está compuesto por las instalaciones de La Fábrica y también las de Venta Nueva, una barriada de Huétor. Y por si fuera poco, el Ayuntamiento de la localidad vecina también colabora en las fiestas populares consciente de la importancia de la población fabriqueña. 

Con esta realidad, no son pocos los vecinos que en alguna ocasión se han interesado por saber cómo se puede pertenecer a Huétor Tájar en lugar de a Loja. “Muchos quieren pertenecer a Huétor porque la mayor parte del tiempo lo pasan allí. Pero no es algo que se comente todos los días. Además, el papeleo que hay que completar es inmenso y los requisitos que hay que cumplir son muchos”, expone la alcaldesa pedánea. 

En cuanto a las necesidades de la pedanía, Mª Luz Aguilera aplaude la reciente construcción de un puente para salvar el arroyo Guantero, algo que se había convertido en una demanda casi histórica. Otra reivindicación de calado es la construcción de un nuevo colegio. El actual, en el que hay escolarizados 55 niños, tiene parte de sus instalaciones en aulas prefabricadas. Las administraciones se han comprometido en eliminarlas a medio plazo y, con vistas a futuro, construir un nuevo edificio. La alcaldesa, además, pide más vigilancia policial y la mejora del alumbrado público y de la señalización viaria. 

EL CAMPO, FUENTE DE RIQUEZA

Si hace unos años la construcción era su principal puntal, el trabajo hoy día en este núcleo rural viene marcado por la agricultura, con el espárrago y el olivo como principal producción. Estos cultivos nutren, sobre todo, las cooperativas hueteñas, al estar más cerca, aunque también las de la pedanía lojeña de Ventorros de San José. Además, muchos fabriqueños tienen sus puestos de trabajo en alguno de estos centros cooperativistas. 

A nivel gastronómico, el restaurante Panilla y el bar Pedro son referentes. Multitud de personas los visitan para disfrutar de sus exquisiteces sobre todo los fines de semana. 

Los vecinos de La Fábrica celebran sus fiestas populares el primer fin de semana de agosto, que este 2016 se retomaron tras el parón del año pasado. Son unas jornadas festivas en las que se involucra todo el pueblo, de una u otra forma. No sólo disfrutan los fabriqueños, los que viven todo el año y los que están fuera pero retornan durante esos días, sino también numerosas personas de fuera, sobre todo, de Loja, Ventorros de San José y Huétor Tájar. “Son unas fiestas muy familiares”, apostilla la alcaldesa pedánea, quien además es la presidenta de la asociación de vecinos que se encarga de organizar los festejos. 

Uno de los escenarios de estas jornadas festivas es el edificio de usos múltiples de la pedanía, que el resto del año acoge el Centro de Día para mayores, el consultorio médico y actividades formativas y de ocio como clases de inglés o aeróbic. 

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