Llegaría el día en que los reconocimientos a tantos colectivos implicados contra esta pandemia llegaran y así está comenzando a ser. Es cierto que aún queda mucho trabajo por hacer, dentro de una campaña de vacunación que se espera acelerar, pero las residencias, azotadas especialmente por esta crisis, tienen otra vida. Esa nueva esperanza la puso en relieve Grupo Alfaguara, gestor de diferentes centros, entre ellos uno en Loja y otro en Salar, con la celebración de un emotivo acto homenaje a todos los que les han ayudado ante este virus.
Aunque en un principio estaba programado en el exterior, pero la lluvia obligó al cambio, la entrada principal de la Residencia Sierra de La fue el escenario elegido para tal evento. En el mismo se homenajeo a sanitarios y ayuntamientos que se han volcado y se vuelcan en el cuidado de estos centros. También se contó con familiares de residentes que por sus circunstancias especiales aún no habían tenido la posibilidad de vivir un reencuentro.
El acto comenzó con las palabras de María Dolores Alazor, cuyo hijo se encuentra en el centro lojeño y al cual no veía desde hace casi 14 meses. Ésta reconoció la incertidumbre vivida durante tantos días y las casi diarias llamadas de preocupación. Agradeció el esfuerzo de todos para mantener el centro libre del virus y reconoció la labor del alcalde, Joaquín Camacho, para dar un nuevo rumbo a la residencia con el cambio de gestión.
A continuación llegó el reconocimiento a todos los estamentos que colaboraron y lo siguen haciendo en la defensa de la salud de los residentes de Loja y de Salar. El primer edil lojeño, Joaquín Camacho, no pudo asistir por un problema de última hora pero en su lugar representó al Ayuntamiento de Loja la teniente de alcalde, Matilde Ortiz. La edil agradeció tal reconocimiento y admitió que han sido momentos muy duros donde no quedaba otra que ayudar en todo lo que estaba en manos del Consistorio. También admitió la cercanía del regidor lojeño con la situación de las residencias.
También fue homenajeado el alcalde de Salar, Armando Moya. Desde el Grupo Alfaguara se le reconoció su preocupación por que no entrara el virus al centro y su disposición en ayudar en todo lo posible. Moya recordó los duros momentos vividos y el esfuerzo de todos para conseguir equipos de protección. En ese caso admitió que todos los vecinos se volcaron para buscar soluciones.
Llegó a continuación el momento de reconocer la labor de los sanitarios, no solo de los locales sino también de los provinciales que gestionan la coordinación de residencias y el departamento de Epidemiología. Es el caso del reconocimiento a Mariola Soto, responsable de enfermería de la atención de residencias del Distrito Metropolitano y Leticia Soriano, directora gerente de ese distrito. Ambas admitían la lucha mantenida en las residencias y la desesperanza los primeros días por las muertes que se producían.
Manuel Carlos del Moral, epidemiólogo del Distrito Metropolitano, también fue reconocido dentro de su labor de consejo a todas las residencias para mantener unos hábitos que evitaran la entrada del virus. El profesional admitió muchas horas de esfuerzo y la satisfacción de que se lograba salvar vidas. Todas las dudas de nuevas terminologías que llegaron con el virus fueron respondidas por este sanitario.
Los sanitarios locales son ya reconocidos por la sociedad lojeña. Es el caso de la directora del Hospital, Antonia Ortega, y la directora del Centro de Salud, Patricia Calvo. Ambas admitían que se han vivido momentos difíciles pero que la unidad de todos había posibilitado salir adelante. Muy orgulloso de la sanidad pública se mostró, Miguel Ángel Sanjuán, enfermero coordinador COVID en Loja. También la coordinadora de Salar, Mónica Sánchez, reconoció la cercanía de todos en esta lucha.
Antes de finalizar el acto se quiso reconocer con un diploma a los residentes integrantes del equipo de fútbol de Residencia Sierra de Loja que recogió su monitor, ………… Fue ya el director del Grupo Alfaguara, Álvaro Morales, el encargado de cerrar el acto agradeciendo la labor de todos y admitiendo que aunque queda mucho aún sus residentes deben de volver a la vida y recupera actos.
La sorpresa final fue para los propios residentes. Algunos de ellos, por sus circunstancias especiales, llevaban cerca de 14 meses sin ver a sus familiares. Con las maletas preparadas para pasar un fin de semana fuera del centro, los residentes se reencontraron con sus familias. Fue un punto final lleno de emoción y alegría, toda la que estos residentes siempre nos acostumbran a regalar.
