Espléndido. Así se puede calificar el Domingo de Ramos que se vivió ayer en Loja gracias a los desfiles procesionales de la hermandad de Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Luz. El buen tiempo sin duda animó a los lojeños que se echaron a la calle para disfrutar de una de las cofradías más jóvenes de la ciudad.
Por la mañana, la algarabía y la chiquillería se adueñaron de las calles de la ciudad en la procesión conocida popularmente como “la borriquilla”. La imagen de Jesús estuvo acompañada por niños vestidos de hebreos que portaban palmas y ramas de olivo. Este año, Nuestro Padre Jesús lucía una túnica granate y manto azul.
A eso de las 10 y media salía Jesús de la Iglesia Mayor portado a hombro por cerca de 30 horquilleros. Durante su multitudinario desfile estuvo acompañado por los sones de la banda de cornetas y tambores ‘Flor entre Espinas’ de Loja. Hay que reseñar que este año la comitiva no pudo transitar por la calle Espinosa debido a que se encuentra en obras. Por ello, se abrió paso por un nuevo recorrido por varias calles del barrio de El Puente, lo que produjo escenas de gran belleza con la Iglesia de San Gabriel como telón de fondo. La Imagen volvió a su sede canónica sobre la una de la tarde, tras lo cual se celebró una Santa Misa del Cofrade conjunta con todas las hermandades de Loja.
Ya por la tarde, pasados pocos minutos de las cinco, la Virgen de la Luz se reencontró de nuevo con el pueblo de Loja. Cientos de lojeños disfrutaron de la salida de esta dolorosa del escultor cordobés José Antonio Cabello. Mientras que cruzaba el dintel de la puerta de la Iglesia Mayor, la banda de música de Huétor Vega interpretaba el himno de Andalucía, en lugar del nacional, como viene siendo característico en esta hermandad.
Este año la imagen vestía una saya color granate y manto azul y un tocado de aguas, siendo fiel a su marcado estilo. Una diadema en oro, el estreno más importante de este año de la hermandad, realzaba más aún su belleza.
De blanco impoluto, 80 mujeres horquilleras llevaban sobre sus hombros a María Santísima de la Luz por su recorrido por el centro y el barrio Alto de la ciudad, donde se produjo uno de los momentos más emotivos del desfile. En el ‘llanete’ de Santa Catalina, la Virgen y sus tambores se encontraron frente a frente. Tras unos toques, el silencio inundó el lugar durante un minuto. De esta forma se recordaba y rendía homenaje al pequeño de siete años miembro de la cofradía que falleció hace unos meses de forma súbita en un colegio de la ciudad.
Minutos más tarde, y tras bajar de la cuesta del Arca, la imagen se dirigió por la carrera de San Agustín. Al igual que sucediera por la mañana, las obras de la calle Espinosa obligaron a la hermandad a modificar su itinerario habitual y eliminar su recorrido por las calles de la plaza Abajo.
A eso de las 9 y media de la noche, treinta minutos antes del horario previsto, tenía lugar el encierro de la Virgen de la Luz en su sede canónica, tras una espléndida tarde de Domingo de Ramos.
