El convento de Santa Clara en Loja vuelve a ser protagonista del trabajo de recuperación y conservación del patrimonio histórico-artístico, que atesora la ciudad, y que se realiza con el apoyo conjunto, tanto de instituciones públicas como privadas. Desde hace dos meses se actúa, de manera urgente, en la consolidación de la estructura de la cubierta y el muro de la fachada de la zona anexa a los coros de la iglesia -donde se localizaba el torno de clausura-, por peligro de derrumbe.
Se trataría de la segunda actuación que se realiza en este inmueble religioso, que data del siglo XV y cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), promovida por el Arzobispado de Granada con un presupuesto de 150.594 euros, según informes técnicos oficiales, y con la colaboración del Ayuntamiento de Loja.
Y así lo corroboró en su visita, el alcalde de la ciudad, Joaquín Camacho, quien recalcó la gestión que se realiza desde la institución municipal para “mantener y evitar que nuestros edificios más simbólicos se sigan deteriorando”, como es el caso de este convento de clausura de los más importantes de la provincia. Acompañaron al regidor, el concejal de Urbanismo, Joaquín Ordóñez, y el arquitecto municipal Francisco Bohorquez.
Asimismo, recordó los dos millones de euros, invertidos hace dos años, concedidos por el Ministerio de Fomento, y que se destinaron a la reforma integral del templo religioso y la techumbre del claustro. “Una cantidad con la que se rehabilitó y se puso en valor la iglesia que ha sido visitada por muchos lojeños, convertida en una maravilla”, lo que corroboran los expertos, ya que aseguran que “no existe un templo con tanta riqueza y magnitud pictórica”.
Esta primera intervención de rescate del patrimonio religioso local continúa ahora con esta segunda actuación, porque “el convento es mucho más que los arreglos realizados en el iglesia, la espadaña y la cubiertas del patio, por lo que tenemos que seguir trabajando para conseguir reformarlo al 100%”, matizó el regidor lojeño.
Y mencionó otras futuras intervenciones de la mano de la archidiócesis para recuperar edificios tan significativos para los lojeños como es la ermita del Calvario. “Vamos a seguir trabajando con el Arzobispado para llegar un acuerdo y se pueda rehabilitar el santuario”.
En este sentido, el concejal de Urbanismo, Joaquín Ordóñez, se refería a la colaboración entre lo público y privado y de otras administraciones para realizar obras de mantenimiento del patrimonio local y el casco histórico y ponía, como ejemplo, la restauración del convento de Santa Clara. “Creemos que en los últimos años es la mayor y mejor obra de recuperación histórica que se ha hecho en nuestra ciudad”, afirmó.
En cuanto a futuras inversiones para finalizar los trabajos de conservación de este inmueble religioso, el responsable habló de programas como el 1,5% Cultural, fondos europeos o de otras administraciones autonómicas y estatales, que “tienen que ir llegando para la recuperación de estos edificios simbólicos y también para viviendas de nuestro conjunto histórico”.
Sobre este último punto en concreto, Ordóñez pedía más ayudas de las administraciones para la conservación de los edificios de las calles del entorno urbano, dentro de los Bienes de Interés Cultural o conjuntos históricos. “En Loja casi todo la población está dentro de este marco de protección, por lo que tienen que conceder subvenciones que ayuden a los propietarios a conservar, arreglar y a hacer habitables estas viviendas y también a los Ayuntamientos que cuentan con cascos históricos”, por lo que “seguiremos trabajando e incidiendo en la recuperación de nuestro conjunto histórico y de todas las enseñas históricas de la ciudad”.
ACTUACIÓN
Al término del recorrido por la obra de las autoridades locales, el arquitecto responsable del proyecto, Antonio Santos, detalló sobre el desarrollo de los trabajos urbanísticos en el número 18 de la calle Cuesta de las Monjas que “se va a afianzar la estructura de la zona de entrada al torno por el compás del convento de clausura -que estaba muy deteriorada-, y se reformará el armazón de la cubierta que estaba muy afectada” a base de una armadura de madera mediante pares, nudillos y estribos.
Paralelamente, y en un espacio de 150 metros cuadrados, se van a restituir los muros de carga y el suelo del inmueble se reforzará con una cimentación de zanjas de hormigón armado”. Según informes técnicos, la finalidad es “evitar el deslizamiento de la techumbre hacia la vivienda, situada en el compás, que se encuentra habitada”.
Toda la actuación tiene un plazo de ejecución de cinco meses y, una vez concluidos los trabajos quedarán dos plantas, debajo de la cubierta consolidada, que “habrá que rehabilitarla para darle un uso posterior”, se extrae del documento.
